Quedada con Marc (Marc)

Me encogí de hombros y sonreí mirando la mano que rodeaba mi muñeca.
- ¿Prefieres un McDonallds?- le pregunté enarcando una ceja divertida.- Así lo sé para la proxima cita.- comenté tranquilo, mirando al frente aunque la comisura de mi labio se elevó pensando en la idea. La apreté más por los hombros cuando la escuché con ternura.

-Hombre, a ver, el McDonals no es muy acojedor, pero al menos tiene buena comida, hablando de sabor y no de calidad -murmuré riendo entre dientes, sintiéndome algo nerviosa cuando me estrechó más hacia él.
No supe por qué, pero estar a su lado ni me disgustaba, ni me incomodaba... No, no, para nada; todo lo contrario, era curioso porque casi ni lo conocía... pero había sido como un feeling surgido de la nada.

Me reí entre dientes y me dediqué a jugar con mis llaves haciendolas girar en mi dedo.
- Vale, me encargaré de buscar un punto medio entre el McDonalls y La Nota Dorada.- dije mientras seguía caminando con paso lento y miraba a May de reojo.- Y, bueno...me toca a mí darte las gracias por haber aparecido. Creí que llamarías al *99 por haberme considerado un esquizofrenico encantador.- sonreí mostrando todos los dientes.

-¿Esquizofrénico? -reí entre dientes- Nah, encantador sí, pero esquizofrénico no. De momento... -bromeé alzando las cejas mientras me mordía el labio inferior.
Caminé a zancadas como las niñas pequeñas, pero al menos iba al paso de Marc, era o eso y hacer el gilipollas, o meter turbo y cansarme, pero en parte lo hacía por instinto, era muy así con mis amigos, ¿y por qué no serlo con él?
Nos paramos en un paso de cebra con semáforo en rojo y lo miré, apoyando mi cabeza en él y mirándolo algo avergonzada, pero no por ello bajaría o desviaría mi mirada. Sus cabellos dorados y su perfecto rostro no merecían poca atención, y de atención mía no se podían quejar.

Me rasqué el lateral de la nariz riendome. Esquizofrenico no.
- ¿Cómo que de momento?- pregunté y giré el rostro para mirarla.- Oh, vale, ya lo entiendo.- respondí sin darle mi idea final pasando la lengua por los labios.
Observé de reojo las zancadas que daba y me paré en el semáforo en rojo, dejando pasar solo a algún coche que venía por la carretera solitaria.
Me giré y aparté un mechón de su pelo con la mano que ella agarraba, acariciando su mejilla. Sonreí, vergonzoso y me giré hacía el semaforo que comenzaba a parpadear para pasar al verde. Me sentía estraño, me hubiera gustado conquistar a Mayre como lo había echo otras veces con otras; pero no podía, era incapaz. Más tímido y más vergonzoso de cada paso que daba. Como si alguna palabra o frase estupida estropeara la noche. Y no quería que May se fuera enfadada o incomoda de su lado.

El trayecto había sido silencioso. La verdad me sentía rara. No sabía si por el hecho de que estaba abrazando a un desconocido en parte, y podría ser peligroso o que aquello, más que peligro era... ¿cómo decirlo? ¿De buen gusto?
Caminamos hasta casa, lejos estaban, pero caras eran cosa fina, y grandes ni te cuento, cada vez me sentía más sola. Necesitaba un perro como compañía.
-Es ahí -dije señalando una de ellas.

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