Quedada con Marc (Marc)

Había quedado con Marc, el chico que había conocido el otro día en el Paseo Marítimo de mi nueva ciudad. Tal y como estaba planeado, íbamos a ir a cenar a La Nota Dorada.
Al entrar, vestida de una manera bastante elegante (había leido en internet que, si no ibas bien vestido, tendrías problemas para entrar), di mi nombre en la entrada, donde había un camarero vestido de marca (tanto lujo me darían arcadas, iba vestida como una repipi, pero bueno), y me llevó a la mesa reservada para la quedada con Marc.
Él ya estaba allí, así que lo saludé con la mano, un saludo muy callejero, lo sé, y le di dos besos en las mejillas.
-Perdón por tardar.
Aunque, bueno, había llegado sólo cinco minutos tarde.

Tenía que aparentar que podía costearme aquél restaurante sin problemas. Acabé por robarle una chaqueta de traje a mi compañero de piso, una camisa blanca sin corbata y por si alguien preguntaba, sí, llevaba unos vaqueros. No tenía tiempo para buscar unos pantalones de vestir y nada de dinero para alquilarlos.
Esperé a Mayre con las manos metidas en el pantalón y la chaqueta echada hacía atrás. Me giré cuando el camarero estirado la guiaba hasta aquí y sonreí mostrando todos los dientes y devolviendole los dos besos.
- Nada, solo son cinco minutos...me había traido el movil para jugar al sudoku...esperaba que tardaras dos horas.- bromeé hablando rapido. Puse los ojos en blanco.

Eché un mechón de mi pelo tras mi oreja y me senté.
-Para que eso no ocurriera he empezado a prepararme dos horas antes de lo previsto -bromeé yo también, esperando a que se fuera el camarero a traernos las cartas.
Sonreí y dejé mi bolso colgando de la silla, colocando una de mis piernas sobre la otra, elegantemente, y mis manos entrelazadas sobre mi rodilla alzada-. Me sabe algo mal que tengas que pagar la cena de hoy -confesé, alzando las cejas-. Sólo de entrar aquí ya te da miedo cuántos ceros de más llevarte en la cuenta... -dije frunciendo los labios.

Me senté enfrente observando al camarero largarse con los ojos entornados. Después me giré hacía May y me encogí de hombros arreglandome, en un intento de parecer más formal, la camisa por debajo de la chaqueta.
- Bueno, me ha dado un brote repentino de locura y he decidido gastarme mis ahorros.-respondí como si nada jugando con la copa que estaba en medio de la mesa.- Además, un camarero gana mucho con las propinas.

Dibujé una mueca en mi rostro de inseguridad, mirándolo con una ceja alzada y sonriendo un poco de medio lado por su gesto, pero, en parte me sabía mal.
-Claro, si te dejan propinas de $300 mejor que mejor, ¿no? -bromeé riendo entre dientes- ¿Ya... -comencé, mordiéndome por el costado mi labio inferior- pagaste la multa? -sonreí divertida. Es que a quién se le ocurría...

Alcé las manos como queriendo decir "Ey, no fue culpa mía" y arruge el ceño mirandola de lado y después sonreí.
- ¿Y yo que sabía? Solo tiré un cigarrillo...y ahora como ponen multas por todo...- me quejé encogiendome de hombros mientras cogía la carta que se abía dignado a traernos el camarero.- De todas formas...gracias, aunque no tendrías que haberte molestado.- me quejé de nuevo mirandola con los ojos entornados.

Sonreí de medio lado mostrando parte de mi dentadura mientras abría la carta y alzaba las cejas, frunciendo los labios.
-Eh, no fue nada. Además, esto lo consideraría yo más molestia que lo mío... -dije observando los platos disponibles mientras tanto.

Me pasé la mano por el pelo leyendo la complicación de nombres que venían en la carte y fruncí los labios en una linea. Ni siquiera ponia abajo lo que llevaba.
- Me da igual...te lo devolvere.- dije asintiendo con la cabeza convencido. Anda que no me dolería a mí pagar esa cena.- ¿Vamos pidiendo?- la pregunté. Aunque lo más seguro esque fuera una petición a boleo.

Sonreí con victoria, la victoria que iba por adelantado, no me devolvería nada si yo vivía para ello. Me mordí la lengua, quedándome callada, y miré la carta, cerrándola.
-Sí, vale, ¿qué vas a pedir?

Abrí la boca para decir algo. Siseé y volví a centrar la mirada en el menú que estaba delante mio mientras me guiaba con el dedo.
- Pues...el eslo...esloc...-sacudí la cabeza y miré a May con una sonrisa.- El número 10.- le dije finalmente mientras levantaba una mano para que viniera el camarero.

Asentí con la cabeza mirando yo pensativa la carta, mientras apartaba mi flequillo sujetándolo con la mano como si me fuera a poner algo para sujetarlo.
-Yo el 7 -dije, más segura.
Pedimos la comida al camarero, la bebida, y nos limitamos a esperar mientras lo miraba con una sonrisa.

Dejé el camarero me quitara la carte y se la llevara con caras largas hasta dentro de la cocina. Miré a Mayre unos instantes y fue creciendo una sonrisa de subnoral poco a poco. Conseguí despertar y carraspeé cogiendo la servilleta del plato y echandome hacía atrás en la silla.
- Em, bueno...y cuentame...que tal...tu vida.- dije torpemente. ¿Había preguntado eso? Bien, eso era un mal rumbo para la noche.

Miré avergonzada hacia otro lado cuando me miró de una forma tan... ¿hipnotizada? Y me eché hacia un lado el flequillo. Cuando me preguntó aquello, volví a alzar la mirada hacia él conforme ponía mis codos apoyados en la mesa, mis manos entrelazadas y mi barbilla apollada en ellas.
-Pues, bueno, ahí va. ¿Quieres que te cuente algo de ella? Mmmm... A ver... Me mudé aquí hace unos meses desde Islandia, en busca de... mi sueño, sigo sin conseguirlo, pero pese a eso, voy conociendo la ciudad, en la cual me perdí el otro día -admití riendo entre dientes-. Y... a ver, que te cuente algo de mí -sonreí-... Me gusta dormir, comprar ropa, cantar, tocar lo poco que se de guitarra, el cola-cao, los turrones, los bombones... -bromeé.

Asentí con la cabeza escuchandola y apartando los brazos de encima de la mesa para que el camarero nos sirviera la comida. Se lo agradecí y volví a girarme hacía May con una ceja enarcada con curiosidad.
- ¿Tú sueño?¿Y cuál es?- pregunté con curiosidad intentando no dejarme impresionar. Pero, vaya...Islandia.

Cogí el plato, depositándolo frente a mí en la mesa y miré a Marc, sonriendo con ilusión.
-Esparcer mi música cantándola yo misma por tooooooooodo el mundo -sonreí de medio lado.

Me reí al escucharla alargar la o y me rasqué la cabeza mientras jugaba con lo que tenía en el plato encima de la mesa.
- Un bonito sueño.- dije asintiendo con la cabeza.- Asique por eso estas en Los Angeles...bueno, seguro que lo consigues. Eres una chica...fuerte.- djie, me rasqué la nuca.- Y bueno, y tienes talento...y eres, guapa y..todo eso.- carrapeé y miré la copa, la cogí y dí un trago.- ¿Te gusta el restaurante?- pregunté cambiando de conversación. Era yo, o parecía nuevo?.

Reí entre dientes con una risita melodiosa mientras comenzaba a probar de mi plato. La verdad es que la timidez de Marc resultaba encantadora, parecía un chico bastante reservado, avergonzado y sensible... O eso me lo parecía. Todos sabemos que no es así.
De hecho, yo también me sentía así en aquel momento, y mira que siempre me había considerado una persona extrovertida, apasionada... En fin, en fin...
-Los sueños son para los que duermen, por desgracia... -siseé, pero luego escuché lo que dijo y sonreí de medio lado, avergonzada. Lo que de verdad me impresionó a bien fue la típica frase de la fortaleza que había en mi interior... De película, seguro-. Gracias... -dije simplemente en un principio, rascándome la nuca-. Y, gracias, también -agradecí refiriéndome a su comentario sobre mi físico-. Aunque eso ya lo sabía -bromeé, guiñándole el ojo para que supiera que bromeaba.

Apreté los dientes mientras me metía u trozo de comida en la boca y lo mordisqueaba con tranquilidad mientras sentía...¿qué?...¿sentía verguenza? Bueno, era normal por haber dicho..o tartamudeado tantas tonterías.
Al final con un poco del alcohol que llevaba la vida me recompusé y volví a la normalidad, pasandome una mano por el pelo.
- Bueno, cuando te hagas famosa estaré allí para pellizcarte, si quieres.- bromeé y sentí que se me secaba la garganta, asique tragué saliva.- Bueno, no esta mal que te lo digan de vez en cuando.- sonreí de oreja a oreja y agaché la vista pinchando algo de mi plato.

Comí con paciencia el plato, dirigiendo mi mirada cada equis tiempo hacia Marc de una manera observadora, intensa, y avergonzada al mismo tiempo, algo muy curioso.
-Pues espero que para ello uses una copia de las llaves de mi casa y no que entres por la ventana y te cueles en mi cama... -bromeé, dejándolo en el aire y sonriendo avergonzada-. Eres de las pocas personas que me lo dicen tan en serio -dije a juzgar por su rostro de total sinceridad.

Alzaba la vista de vez en cuando para observar como caía el pelo por su mejilla o como se movían sus labios al masticar. Sacudí la cabeza, y rechacé la idea que me decía el porque me fijaba en esas mimiedades.
Sonreí de lado golpeando con el tenedor el plato que tenía delante.
- Bueno sería...como el de la película esa...el vampiro, ¿no?- pregunté bromeando y entrecerrando los ojos al pensar.- Así si que triunfaría entre las chicas. O como el lobo.- respondí alzando las cejas divertido y carraspeé nervioso escuchandolo.- Es la verdad.- murmuré sin más agachando la cabeza.

Sonreí mirándolo con una sonrisa divertida y las cejas alzadas.
-Oh, ¿eres un híbrido de vampiro y lobo? Pues si Edward Cullen me gusta y Jacob Black me encanta y el resultado de ellos dos eres tú... La mezcla me apasiona -bromeé, aunque en parte lo decía muy enserio-. Dicen que las verdades ofenden, ¿no? Pues esta vez no... -sonreí-. Tú también lo eres, gracias.

Sonreí alzando la vista y me levanté el cuello de la camisa haciendome el interesante cuando la escuché.
- ¿A quién no le apasiono?- bromeé de nuevo, recuperando esa ironia chula. Volví a colocarme la camisa como debía y seguí comiendo.- No te ofendería por nada, May.- dije sonriendo, a pesar de que era lo que sentía. Era estraño, porque, ¿cuanto hacía que la conocia? Solo la había visto dos veces, tres contando ese mismo momento. Aunque una de ellas no servía ya que ella ni siquiera sabía de su existencia cuando le vió en el bar. Y él tamopco se había preocupado en saber de ella hasta que la vió en la playa...y aunque era rapido con las chicas y siempre solía ligar sin problemas ( y sin timidez) nunca habría invitado a alguna de ellas a un restaurante que destrozaría mis fondos enconomicos en una tarde.
Suspiré y seguí comiendo hasta que los dos terminamos después de una conversación animada y divertida. Pagué la cuenta y me alegré de que por lo menos tuviera para tomar el metro para la mañana siguiente.
Cuando estabamos en la puerta llegué a coger la chaqueta que May había llevado y se la tendí en alto para que pasara un brazo y se la colocara.

Tras una velada agradable, un ratito que no había pasado hace tiempo, cogí mi chaqueta, la que Marc me tendió y salimos del restaurante.
La verdad es que había refrescado, joder... Caminé casi en silencio, al menos hasta que llegamos a la acera y cruzamos a la paralela para volver caminando a mi casa, como Marc había jurado acompañarme.
-Gracias por lo de esta noche -agradecí, caminando a paso lento a su lado.

Salimos a fuera, yo siguiendo a Mayre para acompañarla a casa como le había dicho antes, gardando las manos en los bolsillos del pantalón y pateando una lata de cerveza que agún camionero habría tirado al suelo.
Giré la cabeza para mirarla y sonreí.
- Te debía una...además siempre cumplo.- dije y la empujé con el hombro bromeando.- ¿Tienes frio?- la pregunté pasando un brazo por sus hombros.

Negué con la cabeza, sonriendo.
-Por mí no tendrías que habérmelo devuelto de una manera tan cara -dije, mirándolo sonriendo agradecida y asintiendo a lo segundo algo avergonzada, pero luego perdiendo la verguenza para agarrarlo de la muñeca que colgaba de mi hombro, pensativa- Así mejor -confesé, mirándolo sonriente.