Pasando la tarde

Aquella tarde había salido para despejar un poco la cabeza. Llevaba varios días en casa, estancado en la misma canción, así que había tirado mis notas a un lado y había salido sin más. Mis pies me condujeron casi automáticamente hasta el D.P.M., un centro de ocio. Me quedé un poco atontado a la puerta cuando me di cuenta de a dónde había llegado sin querer. Me quedé mirando el letrero del local sin saber que hacer.

*Biiip.... Biiip* Miré el móvil. Tenía un mensaje, posiblemente de mi hermano, pero no me apetecía ponerme a leerlo. Suspiré y una columnilla de vaho blanquecino ascendió frente a mis ojos. Me encogí de hombros y entré, al menos así no pasaría frío. Intenté encontrar a alguien conocido entre el barullo de gente, pero no hubo suerte.

Por fin me había decidido a leer el mensaje del móvil, cuando me di cuenta de que sólo era publicidad. Chasqueé la lengua y me guardé el teléfono en el bolsillo de la chaqueta. No sé por qué esperaba que alguien se preocupara por mí. Intenté abrirme paso entre un grupo de gente, a empujones. Tras recibir un par de insultos, pude salir.

Entonces, me di cuenta de que casi todo el mundo, menos yo, que no me había enterado de nada, claro, estaba mirando a una chica que acababa de entrar. Cambié el peso de una pierna a la otra, sin atreverme a mirar de manera descarada. Pensé que igual estaba un poco incómoda con tanta mirada, así que me acerqué a saludarla.

-Hola-me limité a decir, con una media sonrisa.

//OFF: Que churro de post... e__e

Con razón me acordaba de su cara, aunque había cambiado mucho desde la última vez que la había visto. Me dediqué un insulto mental por no haber reconocido a Poppy desde que la había visto. Mis sonrisa se hizo incluso más amplia.

-¿Cómo estás?-pregunté, sintiéndome tonto por no ocurrirseme nada mejor-. Vaya... No esperaba verte por aquí.

Me di cuenta de que aún seguían mirándola, así que le hice un gesto y la llevé a otro lugar, cerca de la pared. Se podía oír la músiquilla de la sala de juegos.

-Creo que será más tranquilo hablar aquí.

La abracé. Seguía siendo la Poppy de siempre. Y como era ella, no pudo resistir tocar mis rizos. Ahogué la risa como pude. Me separé un poco para poder mirarla mejor. Sí que la había echado de menos.

-Creí que después de tanto tiempo te ibas a olvidar de eso-dije con cara de pena, cuando oí que me llamaba "ricitos" otra vez-. Aunque supongo que no hay suerte. Bueno, y dime, ¿qué haces por aquí?

Era como si no hubiese pasado el tiempo desde la última vez que la había visto. Seguíamos como siempre, y eso era un auténtico alivio. Pero no todas las noticias eran buenas. Era fácil percibir el tono amargo de su voz cuando me habló de su padre. Tení que estar enfadada de verdad si no quería tenerlo cerca. Cogí la mano que me había estado acariciando y la miré a los ojos, intentando tranquilizarla.

-Pues espero que tampoco se te haya olvidado que puedes contar conmigo para lo que quieras-hice un amago de sonrisa, esperando a que ella se animara un poco.

Parecía que todo volvía a estar bien, ya volvía a estar más animada. Solté una carcajada en cuanto me halagó. Di un paso para atrás.

-¿Tú crees?-pregunté- ¡Anda ya! Mira quién fue a hablar. Tú sí que estás muy guapa-tiré de ella con suavidad-. Así que ya puedes dejar de decirme mentiras para tenerme contento- le guiñé un ojo.

-Pues ya podrías ir diciéndome dónde están esas colas y colas, porque yo aún no he visto a ninguna-bromeé.
Me quedé un poco ido cuando ella me besó en la mejilla, creo que incluso empecé a enrojecer, porque la cara me estaba ardiendo de verdad.

-Eso-comencé a decir mientras la miraba-si que no me lo esperaba para nada.

Aguanté la respiración durante lo que me pareció una eternidad mientras Poppy acariciaba mi cara, lo cual no ayudaba demasiado a mi enrojecimiento repentino, que pareció acentuarse incluso más si cabía.

-Vaya Poppy-dije, intentando relajar la tensión un poco-. No sabía que me habías echado tanto de menos.

Nos separamos y Poppy empezó a caminar hacia otro lado, así que practicamente me vi arrastrado. La seguí con una sonrisa en cuanto dijo que íbamos a jugar un rato a los bolos. Hice sonar los nudillos, antes de darle alcance.

-No sé para qué quieres jugar, si ya sabemos quién va a ganar-dije, dándome aires en broma.

Aproveché que se había parado con los brazos cruzados por mi comentario para acercarme a ella. No pude evitar reírme por la manera en la que se había puesto al oír lo de que iba a ganar yo de seguro. Estaba claro que iba a reaccionar así, y por eso lo había hecho.

-Bueno, ya sabes, es culpa tuya-me reí-. Vale, acepto, di lo que quieras.

Sin pensármelo demasiado, adelante mi mano y la cerré en torno a la suya, como señal de que aceptaba los términos de la apuesta. Yo también sonreí de forma traviesa, antes de adelantarme para pedir la partida en la bolera.

-No hay problema, porque voy a ganar yo-medio grité, algo más adelante porque estaba corriendo para llegar antes.

Abrí la boca para protestar cuando Poppy pagó la entrada de la bolera, pero ya era demasiado tarde, así que me quedé sin decir nada. Cogí los ridículos zapatos que me tendía el dependiente y la seguí con paso rápido.

-Eh, que iba a pagar yo-dije un poco enfurruñado-. Bueno, de todas maneras, no pienso perder, así que vas a tener que volver a sacar la cartera en poco tiempo. Hazte a la idea-le saqué la lengua a modo de burla.

Me senté a su lado y yo también me cambié las converse por aquellos zapatos de colores que tanto odiaba. Pero, para jugar había que llevarlos puestos, y los bolos sí que me han gustado desde siempre. Me levanté cuando vi que Poppy andaba buscando una bola por ahí. Le di una que me parecía perfecta para ella.

-Aún te acuerdas de cómo se juega, ¿no?-me burlé.