En búsqueda y captura [Poppy]

Aquel día me había llamado por la mañana el jefazo de la agencia de cazatalentos y me había dado un mensaje bien claro: si no conseguía un talento pronto, me tendría que degradar.
Siempre había conseguido buenas voces, instrumentales, intérpretes, modelos, bailarines y deportistas, de hecho era un profesional en mi campo, pero últimamente me había descuidado mucho y me había puesto muy exigente. No veía a nadie a la altura de mis expectativas, y me estaba empezando a pasar factura.
Por la tarde decidí tomarme un descanso e ir al Starbucks a tomarme uno de los muchas cafés que tomaba al día. Me senté en una mesa y cogí el periódico de la cafetería, leyéndolo por encima, aunque no pude concentrarme con el lío ese de los nuevos talentos. Suspiré dejando el periódico a un lado, mirando a a través del cristal y masajeándome una sien con una mano, cabreado conmigo mismo, apretando los dientes y cerrando los ojos.

Al principio pensé que era cosa de mi torturada mente por el esfuerzo de encontrar un nuevo talento, pues mientras tenía los ojos cerrados, escuché una voz de chica bastante dulce y empecé a "catarla": ni grave ni aguda, la perfecta para ser escuchada sin cansarse, una voz que entonaba todas las notas sin equivocarse, con puentes en la voz que hacían que mantuviese la atención del oyente, y la canción era lenta pero que te atrapaba... Sí, cuando uno se pasaba todo el día buscando habilidades se fijaba hasta en los detalles más gilipollas.
Abrí los ojos y levanté la vista, pero solo alcancé a ver a la camarera, una chica joven de aspecto latino que estaba limpiando las mesas. Fruncí el ceño y sonreí de lado: era justo lo que estaba buscando.
-Perdone.-dije levantando la mano para que me atendiese. Primero la observaría bien, si veía que entraba dentro de mis expectativas, iría a por ella sin lugar a dudas. Ya podía oler otro gran éxito a distancia.

Tamborileé levemente con los dedos en la mesa mientras estudiaba a la chica. De estatura media, pelo y ojos oscuros, piel bronceada, buen cuerpo sin excederse y cara bonita. Sonreí de lado casi de forma maliciosa, sí, estaba seguro de que eso era lo que quería la agencia. Contesté y dejé de mirarla antes de que pasase por un pervertido, ojeando la carta, aunque los nombres de los cafés y tal ya me los sabía de memoria.
-Un frapuccino normal, no muy cargado, por favor.-dije volviéndola a mirar. Cuando volviese, la pillaría por banda, y si no quería unirse al equipo me era indiferente, iba a entrar por las buenas o por las malas... Vamos, por mis cojones que sería la nueva imagen de Hollywood Records.

Mientras la chica se iba a servir mi frapuccino, me giré hacia el otro lado para darle la espalda a la barra e hice una llamada por el móvil, esperando a que me lo contestasen.
-¿Mark Fox?-pregunté al escuchar la voz de mi jefe. Qué ascazo... Ojalá la palmase, y pronto.-He encontrado algo, más bien a alguien, y es muy buena... Sí, tiene buena voz. Todavía no he tratado nada con ella, pero te puedo asegurar que la conseguiré en nada.-dije sonriendo de nuevo de forma macabra.-Nos vemos. Adiós.-justo cuando colgué volvió la chica con mi bebida y una vocecita de plástico. Torcí la boca en un intento de sonrisa mientras me llevaba el vaso a los labios.
-Sí, preferiría que no te volvieses a dirigir hacia mí con esa vocecilla de falsete.-dije quizá de forma demasiado soberbia y empujando levemente mi silla contigua con la punta de mi zapato.-Y que te sentases conmigo para tratar un asunto que de seguro te gusta tanto a ti como me agrada a mí.

Sonreí de lado aún con altanería, si a aquello se le podía llamar sonrisa, y miré mi vaso de plástico como si fuese una copa elegantísima de vino, dándole vueltas con las manos, distraído.
-No dudo el que no tengamos intereses comunes, pero estoy seguro de que a los dos nos gusta una misma cosa: el éxito.-dije desviando mi mirada hacia su espalda, esperando que surtiera efecto aquella indirecta.

Fruncí el ceño levemente, intentando no perder mi paciencia, que era poca, aunque mi cara seguía inmutable.
-Bueno...-dije mientras me recostaba en el respaldo de mi silal y bebía de mi frapuccino. Daba gracias a que ese día no había casi nadie en la calle por el tiempo que hacía, así que en esa cafetería solo estábamos una pareja en otra mesa, yo, otros camareros más y ella, por lo que al menos se me escuchaba al hablar.-Aunque tengas "éxito" dudo mucho que sin un buen representante puedas conseguir un contrato discográfico con Hollywood Records, del que, por cierto, soy socio.-dije. ¿Lo pillaría, no lo pillaría, sería cabezota por naturaleza...?

Empecé a remover lentamente mi café mientras esperaba alguna reacción por parte de la chica, pero simplemente se puso su Ipod y se fue a una mesa alejada a escuchar música. Dejé el vaso en la mesa, bufando fastidiado. Ya le había dicho al cabrón de Mark Fox que había encontrado a una buena cantante, y como me fuese de allí con las manos vacías me caería un buen paquete...
Me puse a pensar en la mejor manera de que picase el anzuelo la chica, bebiendo mi frapuccino. Si conseguía eso, solo tendría que cerrar la trampa, y listo, pero parecía un hueso duro de roer, y no quería perder mi valioso tiempo en una causa perdida... Aunque claro, era cuestión de trabajo, y la voz de esa chica valía su fortuna en oro.
¿Tendría que recurrir a la táctica de la amabilidad?
Apreté los dientes. El solo pensar en ser sumiso con alguien me ponía enfermo, y más si era con una chica. Cerré los ojos un segundo. No me quedaba otra, eso desde luego...
Haciendo acopio de todo mi "valor", me bebí lo que quedaba del vaso de plástico y lo arrugué entre mis dedos, dejándolo en la mesa. Al menos así tendría que limpiarlo. Me puse de pie acercándome a la mesa de la chica con las manos en los bolsillos y me coloqué detrás de ella, pensativo. Tras unos segundos escuchando su música de fondo, saqué una mano de mi bolsillo y le desconecté los auriculares del Ipod "sin querer".
-Lamento la interrupción. ¿Podríamos charlar un momento?-le pregunté intentando parecer todo lo educado y correcto que mi orgullo me permitía.

Resoplé levemente, sin contestarle, aunque dándole a entender que aceptaba. Lo que tenía que aguantar una renegada estrella de la música...
Me senté frente a ella, sacándome un pitillo del bolsillo y colocándomelo entre los dientes, encendiéndolo con el mechero. Me tomé mi tiempo entre encenderlo, cogerlo entre mis dedos y darle una calada, de hecho, tardé un buen rato en comenzar a hablar.
-¿Podrías decirme de dónde has sacado la canción que interpretabas antes?-pregunté con la mayor amabilidad posible, echando el humo por los orificios nasales.

Arqueé una ceja, con gesto solemne, pero por dentro arañando las paredes de mi máscara de indiferencia. "Esto es más importante que saber tu estúpido nombre, mocosa" quise decirle, pero en vez de eso, cogí aire y cerré un segundo los ojos. Al menos la información dada era de interés, ella había compuesto esa música. Si era capaz de hacer algo así ella sola, no me la quería imaginar en manos de profesionales.
-Perdóname, no me había dado cuenta. Me llamo Billie Joe Madden.-dije, no muy seguro de que me conociese. No es que fuese precisamente un anónimo, pero si no me había tratado con más respeto antes podría ser por dos cosas: o no me conocía o se la sudaba quién fuese.-¿Tu nombre, por favor?

Me rasqué la barbilla imperceptiblemente, pensativo, mientras le daba otra calada al cigarro. Poppy... Sonaba raro, pero a la vez dinámico y divertido. Poppy... Como las palomitas, pero seguro que ese nombre vendía muchos discos.
-Genial...-susurré para mí mismo sumido en mis pensamientos, tomando del cigarro. Después de unos segundos, levanté la mirada, pues me había quedado mirando la mesa, y sonreí de lado con el ceño fruncido a la chica.-Verás, Poppy, estamos buscando nuevas voces para que sean nuestras novedades en Hollywood Records, y pienso que eres exactamente lo que estamos buscando.-dije señalándole con el cigarrillo.-No será fácil, pero puedo convertirte en una estrella, ¿qué me dices?

Exhalé el humo por la boca, casi terminándome el cigarro. Daba gracias a Dios a que existiese la nicotina, si no estaba seguro de que nunca me podría conservar en aquella posición tan tranquila con chicas como aquella,
-Bueno.-dije buscando algo del bolsillo de mi chaqueta.-Te ofreceríamos la posibilidad de conocer a más famosos. Dinero en efectivo, por supuesto, la oportunidad de independizarte y convertirte en el modelo a seguir de todas las chicas de Estados Unidos. Te haríamos más famosa incluso que a la chica esa que se pone una peluca rubia para cantar, Miley Cyrus, de hecho, sus discos salieron de nuestra discográfica.-agarré el cigarrillo con los dientes mientras sonreía de lado, sacando una tarjeta de mi bolsillo.-Aquí viene mi número de teléfono y la dirección de mi oficina en la que trabajo de cazatalentos. Si cambias de idea, no dudes en visitarme, no necesitarás cita.-dije poniéndome de pie y apagando mi cigarrillo en el cenicero de la mesa.-Nos vemos pronto, espero.-sonreí una última vez a la chica guiñándole un ojo y salí del establecimiento con las manos en los bolsillos, sin mirar hacia atrás.
Estaba segura de que la volvería a ver muy pronto por mi despacho... Me había ido sin pagar.

Cogí la tarjeta que me extendió y volví a preguntarme lo mismo de antes; por qué tendría que dejar mis millones por una panda de mocosas.
Bufé pero sonreí cuando se fue; genial, se había ido sin pagar, inspiré profundamente antes de matar a alguien y me acerqué a mi bolso de D&G sacando mi monedero de piel y poniendo el dinero del dicho café en la caja.
Pase todo lo que me quedaba de turno pensando que la próxima vez que viera a ese idiota lo mataría; suspiré aliviada cuando vi la hora.
Me cambié el uniforme hortera por mi vestido de Armani con el hombro al descubierto negro, y las dichosas convers por mis preciosos Manolos negros; me peiné y maquillé y lista, todos se quedaron asombrados al verme.
Salí a la calle y fui directa a mi precioso Mercedes negro; hoy no me apetecía el deportivo, y se me ocurrió una fabulosa idea...rebusqué en el bolso que estaba en el asiento del copiloto y saqué la tarjetita que el rubio me había dado; serían las 9 de la noche y eso, pero me apetecía fastidiarle un poco por irse sin pagar, encendí el motor y salí rumbo a su oficina