Qué oportuna... [Poppy]

Aquella misma tarde, después de tomarme un café en el Starbucks, me había ido a trabajar a mi despacho, organizando los últimos informes de las canciones más escuchada en Itunes y echando cuentas de lo que le debíamos a cada artista. Aquel día no fue muy productivo; no había gran cosa que hacer. El hijo de puta de Mark Fox se pasó por mi despacho para preguntarme sobre aquella chica tan buena, pero yo le dije simplemente que se pasaría por allí, así que me echó la bronca y se fue por donde había venido. Suspiré tras la discusión y me puse a ver las noticias en Internet.
A eso de las diez menos cuarto y el tercer bostezo, apagué el equipo y miré mi mesa del despacho, suspirando. Poppy, la chica del Starbucks, no se había pasado por mi despacho, así que desistí en mi intento de mantenerla en Hollywood Records, tendría que salir al día siguiente a buscar otro talento.
Cansado, me puse de pie, colocando la mesa, y poniéndome la chaqueta. Al salir al pasillo, me di cuenta de que había sido el último en irme del trabajo, qué deprimente... Cogí las llaves de mi bolsillo y me dispuse a cerrar la puerta de mi despacho.

Si no fuese porque tenía nervios de acero, estoy seguro de que me hubiera dado un sustazo.
Miré por encima del hombro e identifiqué a una morena, pero hasta que no me di la vuelta por completo no pude percatarme de que era Cheryl Gray, es decir, Poppy, la del Starbucks. Alcé las cejas al verla vestida como solían ir mis clientas que ya tenían una considerable cantidad de pasta en el bolsillo y sonreí de lado.-Claro, adelante.-dije abriendo la puerta de mi despacho, entrando en él. Bueno, llegaría más tarde de lo habitual a casa, pero quizá me conseguía una talento más.-Siéntate. ¿Qué se te ofrece?-pregunté mientras me sentaba en mi sillón, extrañado, aunque sin mostrarlo en el semblante. ¿Habría cambiado de idea así como así o venía a burlarse de mí? Bien mirado, quizá venía a enmendar la cuenta que no había pagado. Contuve una risita burlona.

Arqueé una ceja, sosteniéndole la mirada, y bufé cerrando los ojos como si pensase "qué coñazo" dándole la vuelta a mi sillón buscando mi cartera en mi chaqueta, aunque en realidad había esbozado una sonrisa divertida sin que me viese. Lo que se podía llegar a hacer por dinero... o por orgullo.
-¿Cuánto era, dos dólares?-pregunté, aunque solo tenía un billete de cinco suelto. Me encogí de hombros, dándome la vuelta de nuevo en el sillón.-Toma, quédate con el cambio.-dije extendiendo el billete.-¿Algo más?

Me recosté en mi sillón cuando se puso de pie para curiosear, juntando mis dedos, pensativo y distraído, pero cuando encendió la radio y se puso a cantar la miré interesado. Esa, esa era la voz que necesitaba Hollywood Records. Con determinación y parsimonia, cogí mi móvil y grabé el trozo que cantó la chica, enviándoselo por MMS a mi jefe antes de que ella se diese cuenta; así aprendería Mark Fox (creo que le he cambiado muchas veces de nombre a este tío...) a que Billie Joe Madden si encontraba talentos de verdad.
Guardé mi móvil justo cuando terminó, antes de que se diese la vuelta.
-¿Eso significa...-sonreí de lado.-... que te unirás a nosotros?

Fruncí el ceño. Joder, mierda, y otra vez joder. Apreté los puños por no ponerme a gritarle cuatro cosas a la chica, pero simplemente cerré los ojos y cogí aire, exhalándolo lentamente y contando hasta diez.
Me puse de pie, apoyándome las manos en la mesa.
-A ver, Cheryl Gray.-dije llamándola por su nombre real.-Aparte de todo lo que te comenté anteriormente, ¿qué más quieres?