Una tarde para la pelea (Poppy)

Me rasqué la cabeza mientras cogia del estante los vasos de cristal y un trapo y comencé a frotar uno de ellos para pasar el tiempo y por lo menos disimular que estaba trbajando. para cuando llegara el supervisor.
Pasé la canción, odiaba la música que elegia mi compañero y seguí con mi vaso que casi brillaba y el trapo que estaba a punto de desgastarse. Tenía unas ganas enormes de que llegara ya el fin de la jornada. Pero por lo menos no estaba muy lleno elbar, asique podía quedarme tranquilo sin hacer nada, escuchando música.
Nadie me iba a estropear esa paz, y menos mal que había encontrado algo de música aceptable.

Escuché el ruido que hizo la puerta al abrirse y resoplé al pensar y odiar al cliente que había llegado en el último momento. Me giré y puse los ojos en blanco echando la cabeza hacía atrás. Pero tenía que fingir profesionalidad asique sonreí y agradecí al que le estuviera enviando un mensaje en ese mismo instante.
- Ahora mismo.- respondí secamente mientras me giraba y cogía una copa preparandole la copa con tranquilidad y serenidad. No iba a exaltarme demasiado en mis últimos minutos de trabajo.

Una vez que hube terminado de contestar el mensaje, guardé el móvil en el bolso y lo dejé sobre la barra; subí la cara para agradecer al camarero, pero esa cara seme hacía conocida...
-¿Marc?-pregunté al rubio que se encontraba de espaldas a mi preparando la bebida ordenada.

En mí cara se formarón varias expresiones, algunas que no lograría catalogar nunca y otras que conocía y que solo podía acallar apretando los dientes. Terminé la copa y me giré, con una sonrisa contundente para dejarla encima de la mesa.
- Aquí lo tiene.- respondí profesionalmente y entorné los ojos al ver a aquella chica de pelo moreno sentada a la barra. Con su típica forma de estar, sus movimientos y sus palabras siempre había sido orgullosa y querida. Y a veces, demasiado irascible y cruel con mi persona. Menos mal que había aprendido a sobrellevarlo.- Hola, Poppy.

Suspiré al volver a ver esa sonrísa, quizás bonita, pero lo suficiente cínica como para odiarla. Pero mantuve la mirada.
- Demasiado pequeño para perder de vista a la gente...- respondí murmurando. Me giré, observé a mi jefe que me hacía señas con las manos para que empezara a recoger los vasos y copas y limpiar la barra. Cogí un trapo limpio y me dediqué a ello. Me reí falsamente y miré a Poppy con una sonrisa que mostraba todos los dientes, perfectos y blancos que jamás había tenido en mi otra época. Principalmente, porque estaban llenos de hierros.
- No, Cheryl. Aquí trabajan las personas que quieren ganar dinero por si mismos sin ayuda de sus padres.- resopndí sin imutarme, mirandole a los ojos.

Alcé la vista, mirandola de hito en hito, buscando en su rostro algo que delatara alguna mentira, una broma de mal gusto o que fuera a decir algo para joderme la tarde. Pero no, al revés, parecía ¿orgullosa? No, eso jamás. Cheryl o como se hacía llamar, Poppy, jamás estaría orgullosa de trabajar. Pero estaba, divertida.
- ¿Demasiado? Demasiado es para los compañeros que trabajan contigo.- bromeé dejando el trapo encima de mi hombro y remangandome cogí uno de esos barriles de cerveza para guardarlos dentro de la cocina.

Dejé el barril dentro, mientras cerraba las puertas y sacudía las manos encogiendome de hombros ante lo que decía.
- Más cambios...no por favor.- bromeé sonriendo y cruzandome de brazos mirandola. Una música tranquila y relajada. Paul McCartney, no lo odiaba pero tampoco me agradaba demasiado. Lo mio era más estilo Rolling Stone o mejor, Metallica o AC/DC.
Igualmente me sorprendió que eligiera esa canción, teníendo unas cuantas más movidas cosechas de mis compañeras de trabajo. Me rasqué un lateral de la nariz, y aparté la vista mirando como un par de chicos colocaban las sillas.
Miré de nuevo a Cheryl.
- ¿Quieres la cuenta?- pregunté enarcando una ceja, observando sus pasos.

La observé, con las manos apoyadas sobre la barra. Observé esos labios curvados hacía arriba en una bonita sonrisa...sincera. Me mordí el lateral de la mejilla y haciendo una muerca cogí un trozo de papel y la típica bandeja de la cuenta. Se lo dejé en la barra mientras me quitaba el delantal y lo colgaba.
Al verla, tan tranquila y serena, tan normal la miré con el ceño fruncido mientras me sentaba encima de la barra cruzandome de brazos.
- Bien, dime.- le dije para que me mirara.- ¿Quién eres y que has echo con Poppy Twis?- pregunté nombrandola por ese tonto mote.

Sacudí la cabeza con una sonrisa mientras miraba el dinero que había dejado en la bandeja. Cincuenta dolares, joder, se podría decir que era la propina más alta que me habían dado en aquél restaurante. Y como no me iba a negar (quizas si fuera una chica, sencilla y trabajadora me hubiera negado), lo guardé en la caja registradora y me llevé mi parte en pequeños billetes y monedas.
Me llevé las manos a la mejilla y arrugé el ceño cuando me dió un beso calido. ¿Qué?¿Me estaría emparanoyando?¿Sería un espejismo?¿A Poppy le había dado por esnifar pegamento?
La miré cabeceando y antes que se largara salté por encima de la barra y me coloqué a su lado, a tiempo de abrir la puerta para que saliera.
- Te acompaño...no vaya a ser que un acosador o algún gilipollas te haga algo.- le dije, esbozando una sonrisa, mientras salía detrás de ella.

Metí las manos en los bolsillos y le miré con seriedad, demostrando que no iba a cambiar de idea con facilidad. Tendí una mano hacía la calle.
- Vamos.- respondí...y al rato volví a sonreír encogiendome de hombros.- Te acompañaré hasta el coche entonces, así memorizaré tu matricula por si alguna vez intentas atropellarme, Cheryl.- bromeé, incapaz de que mis labios pronunciaran un mote tan ridiculo.

Me encogí de hombros, volviendome a parar antes de tropezar con ella y entorne los ojos dando un paso hacía atrás.
- Por...¿algún tipo de ataque repentino de diva contra mi persona?- bromeé sacando las manos de los bolsillos y agachando un poco la cabeza por si me llevaba una colleja pero sin perder una sonrisa. En el fondo, no se lo decía con malicia.

- Eh, vamos, que era broma.- dije acercandome por detrás y colocando una mano en su hombro para que frenara sus pasos.
Cuando creí que podría seguirla me puse a su lado mientras la acompañaba al coche. Me mordí el lateral dellabio prometiendome que no la molestaría más...lo que quedaba de tarde.

Tome aire mientras sacudía la cabeza y me subí la capucha de la sudadera, aunque no del todo. No me gustaba cubrir la cara cuando estaba hablando con la gente. Asique me la dejé así mientras miraba a Cheryl de arriba a abajo.
- Siempre puedes demostrarle a la gente que es mentira...- dije encogiendome de hombros. i yo no lo hubiera echo, aún siguiría siendo llamado gay o marica, o locaza.