La cafeina es mi droga (Chad)

Tras una noche en vela, sin dormir a causa de que echaran series muy buenas en la tele y de que habría alquilado un par de peliculazas para ver, aquella mañana, con tanto calor y tanta luz entrando por la persiana, no pude ni cerrar los ojos, así que había decidido que, ya que no podía dormir, al menos podía salir a dar una vuelta.
Había ido al Starbucks, así me cogía un café y me sentía más despierta. Desde luego una cosa la tenía clara: Aunque pudiera soportar un día entero sin dormir, el próximo me tiraría todo el día en la cama.
Entré al Starbucks y pedí un café, de estos para llevar, me gustaban los envases, resultaban graciosos, en Islandia nunca había estado en un Starbucks. Salí de la estancia y me senté en un banco, sentada de piernas cruzadas como un indio.

El starbucks estaba lleno hasta atrás. Lo recorrí varias veces de arriba a abajo en busca de un sitio en el que sentarme para tomarme el capuccino, que me estaba quemando la mano como si fuese un hierro al rojo vivo, sin éxito. Lancé un suspiro de resignación y me dirigí a la salida. Tampoco era para estar de pie en medio de aquel local como si nada.
El día estaba agradable, quizá hacía un poco de calor para mi gusto, pero se podía aguantar. Había un banco en el que podría sentarme a tomar tranquilamente mi bebida, pero ya había una chica sentada. De todas maneras me acerqué a ver si ella me dejaba un sitio. Su posición, con las piernas cruzadas como los indios en las viejas películas del oeste me hizo gracia y no pude evitar intentar hacer una broma.
-Hau-saludé, sonriente, como tantas veces había visto hacer en la pantalla de la televisión-. Perdona, ¿puedo sentarme contigo?

Estaba golpeando mi pierna con suavidad con las puntas de mis dedos mientras en mi cabeza cantaba una canción y mientras con la otra mano llevaba el envase con el café a mis labios.
Miré hacia un lado, saliendo de mi empanamiento y me fije que alguien me hablaba y me saludaba de una forma algo... peculiar...
-Hola -dije únicamente y asintiendo con la cabeza a lo segundo, dejándole un sitio.

No sabía cómo se había tomado mi saludo aquella chica, pero por lo menos, me había hecho un sitio en el banco, así que pude sentarme y soltar el café caliente a un lado de mí. Tenía la mano un poco dolorida, así que tuve que soplar un poco para que se me pasara. No me apetecía estar sentado sin más, en uno de esos silencios incómodos, así que intenté hablar con ella.
-Es un buen sitio para tomar el café-dije, sintiéndome un poco tonto-. Eh... Soy Chad-me presenté, antes de probar un sorbo de mi bebida, que tuve que apartar ya que me quemé.

Siempre había odiado hablar con gente que no conocía. Era un sentimiento incómodo, y casi siempre parecía una persona que no merecía la pena, me refería a mí misma; y, aunque intentara ser amable, pocas veces lo conseguía, pero noté la incomodidad del chico y lo miré sonriendo sin muchas ganas, pero al menos intentando parecer algo más... ¿sociable?
-Sí, mejor que allí dentro... Yo Mayre.

Parecía que era ella la que lo estaba pasando mal para hablar conmigo. Era lógico, acababa de conocerme y no tenía por qué ser abierta con un completo extraño. Proferí un largo suspiro después de otro sorbo a mi café y me quedé mirándola con una sonrisa suave y amistosa.

-Si te parece incómodo hablar conmigo, no pasa nada-dije, sin perder el gesto amable en ningún momento-. Puedo marcharme o callarme si lo prefieres.

Fruncí el ceño, sintiéndome algo violenta por la situación. Algo incómoda, o con remordimiento, mejor dicho.
-¿Qué...? ¡No! Quiero decir... No te preocupes -sonreí de medio lado-. No soy muy buena relacionándome con la gente. Soy... -fruncí el ceño y dando un sorbo a mi café- una loba solitaria -sonreí.

Una loba solitaria... Me quedé con esa frase. Parecía que después de todo, no la estaba molestando. Me sentí aliviado y pude sonreír con tranquilidad. El café se me estaba acabando más rápido de lo que esperaba, pero quería hablar un poco con ella, así que lo dejé a un lado, sobre el banco, con cuidado de no derramarlo por el suelo.
-Pues a mí no me lo pareces-comenté sinceramente-. De todos modos, encantado de conocerte. ¿Puedo llamarte May o no te gusta?

Asentí con la cabeza, sonriendo de medio lado con cierta tristeza. En cierto modo, sí que lo era. En fin, agua pasada, no debía olvidarlo. Lo miré y sonreí. Me dolían las mejillas, no estaba acostumbrada a ello.
-Sí, todos me llaman así, así que tienes mi permiso.

-¡Genial!-me levanté del banco e hice un gesto enérgico con el brazo, teatralizándolo un poco quizá y después me volví a sentar donde estaba antes-. Perdona-reí-. El café no me sienta muy bien-mentí, aunque lo que estaba intentando era hacerla reír.

Reí entre dientes, alzando una ceja y bebiendo un poco de café con una sonrisita.
-Vaya, sí que eres expresivo -dije riendo entre dientes-. Tienes razón, la cafeina a estas horas de la mañana... No debe de ser nada bueno -sonreí.

-Seguro que es eso...-coincidí, contento de hacerle el rato conmigo, por lo menos, agradable-. Aunque quizá influya también que estoy un poco loco-me encogí de hombros y bebí un poco más de mi capuccino, que comenzaba a escasear-. ¿Qué te parece si me cuentas algo de tí? Sólo si quieres claro.

Comencé a pasar las yemas de mis dedos por los bordes del envase de café y le di un trago más por la pajita morada. Encogí los hombros. No solía hablar mucho de mí, sobretodo porque desde el accidente de mis padres no había pasado nada interesante en mi vida.
-Claro, aunque mi vida no es apasionante. Soy de Islandia, medio rusa, y... me he mudado hace dos meses aquí a ver si consigo... vivir de la música -hice una mueca-. Pero no me parece ir muy bien.

-¿Y todo eso te parece poco interesante?-pregunté sorprendido con las cejas arqueadas-. A mí me parece genial que intentes hacerlo. Es lo que yo estoy queriendo hacer, también-confesé-. ¿Cantas o tocas?

Alcé las cejas interesada en lo que había dicho.
-Canto -sonreí-. Pero nadie parece sorprenderse demasiado. Mis padres... No lo veían bien... Y tal vez será por que no tengo futuro, yo qué sé.

Medité un poco lo que ella me había dicho. No quería dejar que pensara así de perseguir su sueño. Me sentí obligado a animarla a seguir con lo de la música. Porque eso es lo que yo quería que alguien me dijese a mí de vez en cuando. Porque creía que ella se merecía mi empujoncito, por poco que le sirviera.
-Yo sólo te he escuchado hablar y creo que tienes una buena voz-pensé en voz alta-. Tienes que seguir intentándolo.

Me sentí halagada por aquel comentario y miré avergonzada mi envase de café.
-Gracias -dije sonriendo de medio lado, nunca nadie antes me había animado así- De verdad.

-Bueno, no creas que estos ánimos son gratis-dije, muy serio-. Algún día tendrás que enseñarme cómo cantas. Y cuando seas famosa y des muchos conciertos, espero que me regales entradas con pases VIP y todo eso-bromeé.

Reí entre dientes, terminándome el café.
-A mí ser famosa o no, me es indiferente, sólo quiero que la gente conozca mi música, y me parece la única manera de hacérselo saber al mundo.
Encogí mis hombros y seguí sentada a lo indio, sólo que esta vez me moví para mirarlo frente a frente.
-Y, lo de enseñarte cómo canto, cuando quieras.

Tomé el recipiente de plástico de mi café y me lo terminé, aunque ya no quedaba mucho. Hice una bola como pude con el vaso y luego lo lancé hacia una papelera que había a unos pasos del banco. La pelota improvisada logró entrar en la canasta al primer intento. Volví a mirar a May.
-Estoy deseándolo, de verdad-me pusé a tamborilear con los dedos sobre la madera del banco-. ¿Qué canción cantarías?

Rasqué mi nuca y me quedé pensativa, pero acabé optando por lo más fácil, encogiendo los hombros.
-Puedo cantar cualquiera que me pidas siempre y cuando la conozca, o, si no, alguna mía.

-Pues no tiene gracia si soy yo el que pide la canción. Me gustan las sorpresas-expliqué, intentando alisar uno de los rizos que me caía por la frente unicamente con los dedos-. Además, me gustaría que me cantases una canción de las tuyas. Me parece más interesante.

Asentí con la cabeza.
-Bueno, ahora me pillas de sorpresa, pero es igual, puedo cantarte ahora -sonreí de medio lado.

FDR: Me voy a dormir Hasta mañana! Si no te veo feliz año >.<

-¡Guay!-exclamé emocionado. Tenía muchas ganas de oírla después de todo lo que habíamos hablado de sus canciones-. A ver qué tal lo haces.

//off: Hasta mañana y feliz año igualmente!! Nos leemos. Por cierto, espero la canción x3

Carraspeé limpiándome la garganta y me lo tomé como paciencia, alzando la cabeza con importancia como si fuera una superestrella, pero luego sonreí y me puse seria, comenzando a cantarle una de mis canciones. Le canté un cacho, del comienzo al primer estribillo, y, al terminar este, miré al suelo con una mueca.
-La pena es que no tengo la guitarra, y sé que podría estar mejor...

FDR: Ahí la tienes xD Feliz año