Primer día de trabajo

Ya estaba instalada en Los Ángeles, con mi pequeña casa decorada a mi estilo, con el dinero que había conseguido de mis ahorros, ya que mis padres no estaban muy a la labor de poner dinero para que su única hija cumpliese su único y verdadero sueño. Ellos lo único que querían era que cumpliese el suyo, de ser una chica educada y casada con un multimillonario de Manhattan, seguro que ya tenían elegido hasta el chico.. típico de ellos.

No tenía mucho dinero más, pero me sobraba para poder sobrevivir. No obstante el trabajo me serviría hasta que encontrara alguna marca para promocionar, que esperaba que eso no tardase mucho; hasta entonces trabajar en una tienda de ropa me ayudaría a mejorar en el campo del estilo y la moda, aunque esta tienda no fuese de las más lujosas, tenía cosas de mi estilo y eso era lo que más me gustaba.

Para mi primer día de trabajo, escogí un conjunto sencillo, unos jeans, con una camiseta larga de tirantes, y como habitualmente llevaba mis converse negras, ya era tradición para mí llevarlas para que me diesen suerte. El trabajo quedaba algo alejado de casa, pero para algo tenía que servir averme sacado el carnet de conducir; 20 minutos, y ya estuve en el trabajo. Una chica que trabaja allí me dio un chaleco, que llevaban todas las empleadas para diferenciarse de las clientas. Preparada... pensé para mis adentros, trabajar como dependienta no era mi mayor fuerte, debido a mi falta de buen vocabulario y educación, haría lo posible para hacerlo bien...

No era que se pasara rebuscando cosas de segunda mano todo el dái, pero es que de vez en cuando encontraba muchas cosas geniales ahi. La gente tonta que la tiraba. Entró y la campanilla comenzó a sonar con delicadeza. Nunca se sabe donde se va a encontrar una estrella.

Me coloqué el chaleco negro, como bien me había indicado mi compañera de trabajo, esperando a que una clienta, a ser posible comprensible conmigo, entrase. La campanilla, de la desgracia o alegría, depende de como lo mirara, sonó, y con una "esplendida" sonrisa me acerqué a la clienta que acaba de entrar, y que estaba rebuscando cosas.

- Hola... ¿Te puedo ayudar? - De usted.. de usted, hay que tratarlos de usted recuerda Sam?? - ¿La puedo ayudar? - Volví a repetir, de una forma más educada, me lo había estado ensayando en casa, para poder sacar a delante este trabajo, y no me despidiesen como en los demás, mis amigos de Nueva York, ya estaban haciendo apuestas para ver cuanto duraría

Siguió buscando cuando una chica la quiso ayudar, pero cuando le volvió a preguntar levantó la mirada con su siempre presente sonrisa. - Hola - Le saludó, mientras veia unos jeans rotos artisticamente... Esperen un segundo. ¿No era Sam? - ¿Sam? - Preguntó con curiosidad.

Pues no no necesitaba ayuda, y mejor porque esto de ser amable cansaba mucho, Pero si solo has dicho tres palabras *__* me dije a mi misma, parecería una loca si hablara así en voz alta, prefería mantener en mi mente este tipo de comentarios. Me iba a ir a por otra clienta, cuando oí mi querido nombre. - mm si soy Sam, lo pone en mi chapita - Dije señalándo la chapita con mi nombre "Samantha" ponía en ella.

Me fijé un poco mas en la chica, a decir verdad, su cara me sonaba demasiado, para no a ver estado yo nunca en Los Ángeles. - M..Michelle.. (?) - Dije sin estar del todo segura, memorizar nombres no era mi mayor virtud.

Una carcajada en toda su ley salió de los labios de Michelle, al ver como Samantha dudaba por su nombre. - Lamentablemente no tengo uan chapita, pero si. .- Me rei un momento más, dejando los jeans cerca mio. - No sabia que estabas aqui en Los Angeles. - Dije, mirandola con una renovada curiosidad.

- Vaya.. pues creeme, sería de bastante utilidad, que todo el mundo llevara la mierda esta - Dije señalando la chapita, no harían falta presentaciones, ni confusiones con los nombres, seguto que a muchos hombres les vendría bien para acordarse del nombre de sus ligues, y no meter la pata, como a menudo, muchos de esos cabronazos hacen.

- Me mudé hace poco, dos días con exactitud - Dije después de haber contando con los dedos los días que llevaba en L.A. Mientras hablaba con mi vieja amiga, hacia que doblaba un par de camisetas para que ninguna de mis compañeras de tienda se quejasen de la nueva dependienta.

Se rió, intuyendo a donde iba ese comentario. - De verdad, sería bastante util. - Dijó, enseñandole unos pantalones, como si estuviera preguntatndole el precio o algo así. Supusó que debía estar mirandola como una loca de remate, por loq ue le susurró baito. - Tus compañera nos estan mirando. - Terminó poniendo mala cara,c omo si el precio le hubiera resultado excesivo.

- A que soy una diosa de la actuación ¿o no? - Dijó riendose entre dientes, cuando vió que aquellas chicas estaban los suficientemente lejos. - Woau, ¿ya tienes donde quedarte? - Preguntó

- Quieren ver a ver como trabaja "la nueva", y entre otras cosas, también tienen envidia de mis piernas - Bromeé, colocándo ropa, para que después no pudieran quejarse, sabía que era mi primer día, pero trabajar no era el don que Dios me había concedido al nacer, me dio el don de la vagueza, y no puedo remediarlo. Me giré hacia mis compañeras que ya se habían puesto en marcha con las demás clientas, si no estuviera trabajando allí ya les habría hecho un buen corte de manga, o alguna vulgaridad de las mías, cualquiera que no me conociese no se creería que nací en la parte más pija de Manhattan, pero así es, lo único que siempre he pensado que soy adoptada, o de otro padre; desde pequeña tuve esa ilusión, que mis verdaderos padres viniesen a buscarme algún día, pero aún les estoy esperando, y mi paciencia se agotó como hace diez años {xD}.

- Diosa no lo siguiente eres tú - Bromeé, riendo por lo bajo junto a mi amiga - Si, me compré un pequeño apartamento aquí en Los Ángeles, con unos ahorrillos que tenía - Sonreí orgullosa, estaba consiguiento todo sin pedir ayuda a mis padres, ni siquiera les había llamado desde que me fui de Manhattan, pero si necesitaban algo de mí que llamasen ellos; no me iba a preocupar por esos dos desconocidos a los que llamaba "papá" y "mamá" ya que ellos tampoco lo hacían por mí.

Rodeó los ojos sin perder la sonrisa cuando esucho el comentario de sus piernas. - Obviamente, no hay mujer en el mundo que no las mire, es más, si Jessica Alba pasara por delante tuyo, seguro te patearía. - DIjó riendose. Observó como las otras dependientas volvian a hacer su trabajo, no sin de vez en cuando, voltear hacia donde ellas estaban. No iba a dejar la farza por un largo rato.

Se rió con ella de nuevo. Nunca se le había dado bien actuar... Bueno no se le habia dado bien nada más que bailar, pero si encontrar a las personas que podían hacerlo de maravilla. - Eso es impresionante, te felicito. - Dijó regalandole una de sus mejores sonrisas. Estaba muy orgullosa de que su amiga alla podido salir adelante, y por lo que entendió, sola. - Deberías pasarte por mi apartamento un día de estos.

- Espero que solo esten así por ser mi primer día, porque sino juro que dimito - Negué con la cabeza mirando a Michelle, no iba a permitir que las demás empleadas me tratasen como a una niñata de tres años que había que vigilarla, vale que era algo vaga, pero estaba haciendo el intento de ser amable y educada lo más posible con los demás; eso ya para mí era el mayor logro de mi vida, más que aprender a hablar o andar. - Todas las modelos temen mi llegada a las pasaleras, les quitaré el trabajo de todas - Dije en broma, realmente estaba deseando hacer algo que me gustase ya, y no tener que depender de si los clientes compraban o no, si se quejaban, o algo parecido.

- Gracias, de algo a debido de valer ahorrar el aguinaldo y las pagas que me daban mis "queridisimos" abuelos - Todo el mundo me preguntaba, ¿cómo no les puedes tener cariño a tus abuelos? Pues si conocieran a los mios me daría absoluta razon, mi abuela una vieja, arrugada que aún piensa que tiene veinte años, y que puede juzgar el aspecto de los demás, y mi abuelo, un ex-empresario, que no para de mandar en casa, cuando venía.

Sonreí ante la invitación de mi amiga - Me encantaría visitarte, en cuanto tenga un rato libre, creeme que lo encontrare lo antes posible, te visitaré-

Se comenzó a reir de manera suave, para que nadie la esuchara salvo Sam que estaba delante suyo. No queria generarle un problema ahora que estaba trabajando y más aún en su primer día. - Vamos, seguro que con el tiempo te llegan a caer bien - En su mente Michelle se preguntaba si eso fuera verdad y deseo con todas sus buenas intenciones que de verdad pasara. Samantha era una gran amiga si la llegabas a conocer. - Supongo que ya habras hecho algunas audiciones y eso...

Rodo los ojos. - Eres la uncia persona que no quiere a sus abuelos. - Suspireo, buscando en serio algo en al ruma que pudiera servirle para su estilo. - Mira lo bien que te han servido. - Tuvo ganas de preguntar por sus padres, pero se mordio la lengua. No queria incomodarla.

- Me encantaría, de verdad. El departamento esta muy vacio ahora que paro de aqui para alla. - Sonrió, con ganas, imagiandose a su pobre departamento más solo que el hongo.

Solté una pequeña risa al oir lo que decía sobre mis compañeras de trabajo, volvi mi mirada hacia ellas, que ya habían parado de cotillear lo que la "nueva" hacia y estaban atendiendo a otros clientes, dudaba que consiguiera llevarme bien con ellas, no obstante debía intentarlo a fondo, para que no me echaran del trabajo por mal comportamiento, esto era como en el colegio... me hacían sentir una enana. - Eso espero... aunque la verdad, lo unico que me importa es mantener el trabajo llevarme bien o mal con ellas me es indiferente - Dije rodeando los ojos. - Aunque parezca raro, no, aún no he hecho ninguna audición, es comprensible, acabo de llegar a la ciudad aún ni me he situado donde estan los lugares importantes - Por no confesar, que a cada cuatro pasos que daba ya me perdía, y eso que tampoco eran tan dificil orientarse en Los Ángeles.

- No los conoces... son como mis padres, pero con mas arrugas, y por supuesto más viejos - Mil y una vez me había quejado a mis amigos de mis abuelos, parecía que toda mi familia estaba en contra de mi forma de ser y de vestir, era demasiado vulgar para ellos. - Eso no te lo niego.. su dinero me ha servido, pero no quiero saber nada mas de ellos, hasta que triunfe y les pueda dar en sus narices - Dije asintiendo, ellos estaban seguros de que fracasaría y volvería con el rabo entre las piernas a casa de mis padres.

- Pues podemos organizar algo.. nose una comida o una cena, nos ponemos al día.